lunes, junio 16, 2014

NOTICIA 1356ª DESDE EL BAR: A UN MES DE LOS CIEN AÑOS, OTTO DIX NOS HABLA


Otto Dix es inquietante. Toda su obra lo es. Prostitutas deformadas por la dureza de la vida, la edad, los estragos del vicio o de las necesidades de la vida. Deformación del ser humano a través de la oscuridad del hombre. Operaciones del siglo XX retratadas con tanto detalle como se acostumbraba en el Renacimiento durante el siglo XVI. Mujeres como metáforas. Dix en sí mismo es inquietante. Pero quizá dentro de su vasta obra sea de lo más inquietante los dibujos y bocetos que realizó en 1924 a partir de su paso por la Primera Guerra Mundial como soldado alemán al servicio del Segundo Imperio Alemán. 

Los horrores de la guerra de Dix son una puesta a punto en pleno siglo XX de los horrores de la guerra que vio Francisco de Goya en el siglo XIX. El dibujo que os presento se llama "Soldado Muerto". Hay numerosos soldados muertos en aquella serie de dibujos de 1924. Él participó de la guerra  como soldado durante todo el tiempo que esta se desarolló. No pintó todas sus inquietantes visiones hasta seis años más tarde del final del conflicto bélico que llenó todo el suelo europeo de sangre, cenizas y carne humana podrida a la intemperie. Una Europa rica en ruinas tanto físicas como morales y éticas. Él había hecho bocetos en sus días en las trincheras y en las marchas por aquella guerra tan llena de lluvias y barro, donde los hombres se movían como ratas por los agujeros que cavaban en la tierra y morían como vacas enganchadas en alambradas de espinos metálicos para ganado, usadas en los frentes para impedir el avance del enemigo. Una guerra donde costaba cientos de vidas, miles de vidas, avanzar unos metros que unas horas más tarde serían perdidos. Donde las bombas deformaban varias veces un mismo terreno en un sólo día. Donde entre unas y otras trincheras había una tierra de nadie llena de cadáveres de compañeros, a veces de amigos, imposible de ser recogidos para llevarles a una tumba digna. El barro, el barro y la intemperie, y la carne pudriéndose al sol, al viento y a la lluvia, y los insectos que eran capaces de sobrevivir ante aquel panorama de bombas, gas venenoso y lanzallamas, eran las texturas que encontró Dix en medio del horror como algo ideal para ser retratado en una clara acusación a la Humanidad. Aquí tenemos a este muerto coronado por azar por una corona de espinas en su cabeza enredadas en su pelo. "(...) Al ardor de la juventud por algo de gloria desesperada, / la vieja mentira; dulce et decorum est / pro patria mori", lo escribió Wilfred Owen, un poeta inglés que también combatió en aquella guerra. Dulce et decorum est pro patria mori: Es agradable y decoroso morir por la patria. Ahí está el soldado coronado.

Otto Dix nació en 1891 y se formó como pintor expresionista. Su obra acusa directamente incluso a quien está mirándola directamente. En 1914 se alistó como soldado raso en el ejército alemán para ir a combatir por Alemania. Combatió en varios frentes hasta el punto que conoció tanto el frente alemán contra los franceses como el frente alemán contra los rusos. Los horrores de la llamada Gran Guerra le impactaron toda su vida. Volvieron más perturbadora aún su obra futura. Cuando regresó la paz en 1918, él en 1919 fundó con otros expresionistas y algunos dadaístas un grupo creativo alemán muy fructífico desde el que criticaron con dureza toda la sociedad de su época, la cual era fruto, superviviente e hija de aquel monstruo bélico que se desarrolló entre 1914 y 1918. Aquello no fue lo único traumático de su vida, pero sí lo más traumático. Cuando el nacionalsocialismo se hizo con el poder en 1933, él fue expulsado como profesor de una cátedra de Arte, tuvo que trasladarse a otra ciudad alemana (la suya era Dresde), y hasta fue acusado y detenido de ser partícipe de un atentado fallido contra Adolf Hitler en 1938, mientras su obra era perseguida y acusada de antipatriótica y degenerada, pero paradójicamente exhibida por ello mismo para, según las autoridades, dar ejemplo de que era el arte degenerado. Daba igual, era censurado en pocos días. Todo ello no impidió que en los últimos momentos de la Segunda Guerra Mundial las autoridades más desesperadas por la cercanía del fin de la guerra y la defensa destinada a evitar que los aliados llegaran a Berlín le movilizaran para que combatiera en 1945. Fue apresado por las tropas francesas como soldado. Tras esto, su prestigio artístico se revalorizó más, hasta el punto que ambas Alemanias (la República Democrática Alemana y la República Federal Alemana) le reclamaban para sí, pero al no sentirse cómodo artísticamente en ninguna de las dos, fue de las pocas personas que gozaba de la libertad de estar bien visto y bien valorado en ambos Estados y pudiendo circular, ser premiado y exponer también en ambos sitios. Murió en 1969, en Singen, en la RFA.

Se puede ver parte de su obra en The Online Otto Dix Project.

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