sábado, julio 25, 2015

NOTICIA 1504ª DESDE EL BAR: DEADWOOD DICK

"(...) Y si fueron ladrones hay que señalar que se trata de un calificativo con el que podríamos denominar también a muchas de las grandes fundaciones, corporaciones y corredurías de bolsa que durante años han estado robando a la gente de este país y cuyos responsables, me complace decir, están en su mayor parte entre los barrotes de la prisión, aunque aún hay otros que continúan acumulando los dólares que le han estado robando, y continúan haciéndolo, al pueblo norteamericano, y que gracias a esos mismo dólares que acumulan son contemplados como miembros respetados y honrados de la sociedad, y la única diferencia entre ellos y los hermanos James es que los James robaban al rico para dárselo a los pobres, mientras estos respetados miembros de la sociedad roban al pobre para que los ricos se hagan aún más ricos, por lo que ¿cuáles piensan, queridos lectores, que saldrán beneficiados en el juicio cuando llegue el último día y todos los hombres tengan que presentarse ante el gran trono blanco del juicio final? (...)"

(Nat Love, "Vida y aventuras de Nat Love, más conocido en el mundo ganadero como 'Deadwood Dick', por él mismo", recopilado en La Mano del Muerto, 2012, páginas 337-338.)

Estas palabras las escribió un hombre norteamericano a comienzos del siglo XX. Ese hombre había nacido en el condado de Davidson, en Tennessee, pero no lo hizo libremente. Nació esclavo en junio de 1854, en una plantación en la que su madre atendía la casa grande de los propietarios blancos y su padre también gozaba de una buena posición entre la administración de la hacienda respecto a la organización del resto de esclavos. Ni siquiera el apellido que se les encomendó era el suyo. Como todos los esclavos negros de Norteamérica recibieron su apellido de manos de sus amos, en este caso les otorgaron el mismo apellido que ellos, Love (Amor). Así pues, Nathaniel Love, o Nat Love, vino al mundo a hacer compañía al resto de sus hermanos. En su autobiografía, la cual tuve el placer de leer hace poco, dedica los primeros capítulos de su vida a recordar aquellos años de infancia como niño esclavo. Muy simpáticamente para mi gusto comienza a describir sus primeros pasos en la vida mezclando brevemente una observación trágica de la existencia, los esclavos al nacer y al morir sólo eran anotaciones de ganancia y pérdida en los libros de cuentas de los amos, con la explicación explayada donde se deleita narrando su primera borrachera siendo un niño junto a su hermano y su hermana, robando un vino hecho por su madre que a la vez hizo a espaldas de los amos de la hacienda. 

Los Love no eran amos despiadados, decía Nat Love, pero no dejaban de ser amos, por lo que no gozaban de libertad para hacer con su vida lo que desearan cuando desearan, ni les enseñaron a leer, escribir, ni contar. La Guerra de Secesión de 1861-1865 fue vivida por los esclavos niños jugando a la guerra simulando ser partidas de confederados atacando avisperos como enemigos, siendo la realidad que en secreto ellos jugaban a ser federados atacando avisperos como enemigos. Como sea, la guerra acabó y la mayor parte de los amos no avisaron a los antiguos esclavos que ya no eran esclavos. Sólo tuvieron que regresar a sus haciendas y seguir haciéndoles trabajar, aunque, como dije Nat Love, tratándoles con amabilidad. Pasaron algunos años antes de que gente del Norte de América llegara allí para avisarles de que eran libres. En esos cinco años de 1865 a 1870 muchos de los antiguos esclavos, acostumbrados a tener vivienda y comida sin tener que buscar oficio o tener que arreglar burocracias, al saberse libres, por miedo al mundo y a su desenvolvimiento en él, analfabetos, prefirieron seguir trabajando para los antiguos amos blancos, ahora bajo un régimen paternalista y unos sueldos ínfimos, mientras el sistema legal de la segregación racial se iba implantando por Norteamerica. No fue el caso de la familia de Nat, que adquirió una pequeña parcela que cultivaban para subsistir y vender parte de la cosecha, si la había, en mercados cercanos. Pero de la Historia de la negritud en USA, en España y en Alcalá de Henares ya hablé en las Noticias 1238ª, Noticia 1239ª y Noticia 1240ª.

Los libros de antiguos esclavos que aprendieron a leer y escribir se pusieron de moda entre 1870 y 1900, pero esta autobiografía no es exactamente uno de esos libros. De hecho, aunque Nat Love aprendió a leer y a escribir ya siendo muy adulto, es probable que este libro fuera redactado a partir de las indicaciones del propio Love por un periodista amigo suyo que nos ha quedado casi anónimo hoy día. Eso sería, como he dicho, a comienzos del siglo XX, y es que Nat Love vivió hasta 1921. Nat Love fue un vaquero, un pionero y un pistolero del Oeste Norteamericano de ese periodo de años de la postguerra que llenan hoy día innumerables historias ficticias y reales de hombres que van por las praderas o llegan a pueblos rodeados de problemas o perseguidos por los indios. Fue un auténtico pistolero negro, no uno impostado por el cine de gran producción actual. Su vida, de hecho, es más emocionante que la mayor parte de esas vidas, incluida la del ficticio Django, de Quentin Tarantino.

Nat Love, fue más conocido por dos motes a lo largo de su vida, el más famoso es Deadwood Dick y el otro es Red River Dick. Su vida está dentro de la Historia de Norteamérica y en la Historia Afroamericana. Para algunos fue un criminal o un amigo de criminales, para otros simplemente es uno de esos héroes pioneros que conducían ganado de un lado para otro teniendo que defenderlo como sólo se podía defender en territorios sin ley, con la fuerza de las armas. Como sea, tuvo y tiene más simpatizantes que detractores, aunque también los hermanos James o Billy el Niño los tuvieron y tienen. A ellos y a casi todos los grandes nombres importantes de la Historia del Oeste los conoció. Estuvo en Dodge City cuando esta ciudad era epicentro de problemas, con Wyatt Earp de sheriff, pero también quiso el azar que tuviera un trabajo en los territorios del Condado de Lincoln cuando estalló la guerra del ganado entre Chisom y sus competidores, he ahí que se hiciera amigo de Billy el Niño, cuya historia fue malcontada también en esta bitácora. Conoció a Buffalo Bill, estuvo a pocos kilómetros de la batalla de Little Big Horne donde Toro Sentado mató a Custer, conoció al mayor cazador de búfalos de la época, conoció a los James, quienes le trataron con respeto y amabilidad a pesar de ser confederados irredentos, en fin, Deadwood Dick no sólo tuvo la particularidad de ser uno de los vaqueros y pistoleros negros, cosa curiosa para la época, sino que fue un hombre tan inquieto, y se movía tanto, que conoció a una gran parte de las personas que estaban haciendo Historia en esos momentos, incluídos un par de presidentes del gobierno estadounidense de aquellos años. Era además el ganador de varios rodeos importantes, por lo que llegó a ser uno de los vaqueros más prestigiosos de la época.

Bien es cierto que a pesar de sus orígenes Deadwood Dick denota racismo contra los hispanos y contra los indios en su autobiografía, aunque a algunos les otorga determinadas cuestiones, no obstante iba a casarse con una mexicana que murió antes de lograrlo, la destinada a ser su esposa fue otra mujer muchos años después, cuando sentó la cabeza trabajando de mozo de coche Pullman en las primeras líneas de ferrocarril que atravesaban Estados Unidos desde la costa atlántica a la pacífica. Deadwood Dick es ese hombre que un día decidió entrar en un bar mexicano montado a caballo pegando tiros a los pies de los mexicanos y pedir, al llegar a la barra, un whisky para él y otro para su caballo, aunque, claro está, tuvo que salir al galope de allí. El mismo que fue abatido por una tribu de indios que terminaron adoptándole y curándole, como en la historia de la película Un hombre llamado Caballo. Un pistolero que cuenta como abatía a todos los cuatreros que encontraba y calla todos aquellos otros casos que no jugaban tan a su favor. Un hombre que dejó de ser vaquero cuando el Oeste se volvió aburrido a base de burocracia y pacificación hacia finales de los años 1880. Se hizo ferroviario, avanzó en el escalafón desde lo más bajo, hasta el punto que los últimos capítulos de su libro reflejan un orgullo por Norteamérica al ritmo de aparentar una propaganda por su compañía ferroviaria y una visión premonitoria acerca de que los hombres de negocios cambiarían el mundo porque los nuevos medios de comuncación, el telégrafo, forzaría que la rapidez de los mensajes necesitaran de traslados rápidos de un lugar a otro y eso implicara vehículos más rápidos. Love ya maduro preconiza que el siglo XX será... lo que realmente hoy es.

Se sentía más cómodo en un mundo con reglas, pero sin leyes estrictas, un mundo donde cabía la justicia para los desfavorecidos de un modo o de otro. Su autobiografía me ha llamado poderosamente la atención. Acabó sus días  laborales como agente de seguros. Algo muy lejano de aquel mundo que incluso de anciano demostró recordar con pasión.

Su libro se encuentra acompañado en España hoy día de otras dos autobiografías de personas del Oeste, en un volumen llamado La Mano del Muerto, en referencia a una partida de pócker real en aquel Oeste donde uno de los jugadores fue muerto de un disparo dejando caer las cartas de su jugada, doble pareja ases y ochos. Una de esas otras dos autobiografías es la de Calamity Jane (Juanita Calamidad), esa mujer pistolera y alcohólica que decía ser novia de Buffalo Bill, aunque Buffallo Bill, si bien pudo tontear alguna vez con ella, siempre lo negó y, analizada su vida, la de él, parece ser que realmente sólo ocurrió aquello en la cabeza de Jane. Ella contó su vida a través de una periodista en un folleto de siete hojas cuando, muy alcohólizada, era muy mayor y trataba de ganarse (mal) la vida en un circo a comienzos del siglo XX tratando de tener algo que ya no tenía, sus facultades con el lazo y el rifle. Demasiado alcohol y demasiados disgustos. Aunque siempre fue una luchadora, incluso en esos años que ya no fue pistolera y rastreadora para caravanas y ejército, su lucha, ya algo más adulta, estuvo en mejorar la vida de las prostitutas haciendo que se asociaran para que pudieran vivir como ellas desearan, prostitutas o no, independientemente de empresario abusivo alguno.

La otra autobiografía nos llega de Pat F. Garrett, el amigo y cómplice de Billy el Niño en la Guerra del Condado de Lincoln que acabó siendo el sheriff que le persiguió y mató. Su historia es trepidante. Se demuestra admirador de Walter Scott, al que no para de citar. Si los primeros y últimos capítulos son de él, puede que algunos intermedios sean la redacción de otra persona. Garrett escribe de adulto muy mayor, hacia el comienzo del siglo XX, cuando Billy el Niño es una leyenda y él es denostado por la sociedad que le acusa de asesinarle friamente, de no darle oportunidad, o de muy diversas historias de las que él trata de defenderse. En su libro demuestra admiración por su viejo amigo, pero destaca sus crímenes más injustos para justificar lo que hubo de hacer cuando lo hizo, apretar el gatillo y matarle. En aquellos primeros años del siglo XX un anciano fue reconocido como Billy el Niño por varias personas que le conocieron de joven, nunca sabremos si eso era cierto o mentira, Pat Garrett escribió en el último capítulo del libro que él aseguraba saber dónde estaba, muerto, bajo tierra. Leerle es leer apasionadamente, con lenguaje entre literario y burocrático, un auténtico relato de pistoleros mil veces visto en manera ficcionada. Garrett murió asesinado siendo anciano, mientras arreglaba una cerca de su granja, a la que se había retirado. Le mataron por un problema de lindes. Una paradoja para alguien que participó de la Guerra del Condado de Lincoln.

Estos libros me han apasionado estos días. Saludos y que la cerveza os acompañe.

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