miércoles, noviembre 23, 2016

NOTICIA 1661ª DESDE EL BAR: VIÑETAS EN CAOS

Tengo el placer de anunciar, y de verdad que sí, algo que ya es sabido, Jesús L. Pérez-Valiente, más conocido entre amigos y como ilustrador como "Chechu", editó su primer libro de cómic en junio de este año 2016. Se llama Viñetas en Caos, y se adquiere a través de Amazon, por aquí.

Lo ha editado la editorial Las Modernas, quienes además han publicado una entrevista con el autor. La podéis leer por aquí. "Chechu, excelentísimo Chicha" es además autor de El Circo de Chicha, donde muestra parte e su obra gráfica, de sus viñetas y de sus historietas. Es precisamente gracias a ese medio y a que se ha movido por el mundillo del Noveno Arte, que le han dado esta oportunidad de publicar su primer recopilatorio de cómic en papel. La cuestión es que Chechu, alcalaíno nacido en 1981, aunque no sé si en Alcalá de Henares, fue uno de los tres dibujantes iniciales del fanzine contracultural que dirijí con El Chico Gris a partir de 2000, y allí, en La Botella Vacía, dibujó numerosas veces para y con nosotros en esa publicación hasta 2008, que se paró de hacer, pero regresó con su ilutración en un número especial en 2015 llamado El Vaso Lleno del Vacío de la Botella. Ese mismo año colaboró con Luis Abad y conmigo en un relato por capítulos de literatura negra llamado Un mal buen inicio (Noticia 1509ª a Noticia 1521ª) donde ilustró junto a Ramón Sánchez Melchiore, otro de los veteranos de La Botella Vacía, y Zía Mei; por aquí las ilustraciones concretas de Chechu para ese relato. Así pues, mi relación con Chechu, que viene incluso de antes, de finales de los años 1990, en la adolescencia y los tiempos en que salir por el Boisán era una opción apetecible, es larga y tendida. Como esa relación incluye precisamente combinar el desarrollo de nuestras evoluciones creativas, me es realmente un placer anunciar este ejemplar de cómic con parte de su obra.

Yo me lo compré el pasado mes de octubre, pero entre unas cosas y otras de mi vida personal y de cuestiones que se van colando no he podido escribir de él hasta ahora, aunque está ya bien y más que leído. Una gozada. Sin embargo, cuando supe que Chechu va a presentar su cómic en Alcalá de Henares por primera vez en la tienda especializada en Noveno Arte Alcalá Cómic (Plaza de España, nº 3) pues pensé que esta era la mejor semana para poder escribir de ello. La presentación será este domingo, día 27, a partir de las 12:00 horas.

Yo ya escribí en Amazon sobre esta obra lo siguiente: "Su estilo barroco y geométrico demuestra que es un autor capaz de mostrarnos unas viñetas con una gran cantidad de detalles como para quedarse un rato mirándolas y descubriendo en ellas diferentes perspectivas a valorar. Sus imágenes completan con mucho el texto de los guiones. El uso del blanco y negro combinado con esporádicos momentos coloreados nos manda además unas señales sobre ideas que quiere reflejar, reforzando las historias. Es ideal además para aquellos que apoyen a los jóvenes autores que comienzan su carrera". Pero la obra requiere de más y mejor comentario.

Chechu ha interiorizado un estilo muy barroco, sí, pero también es altamente experimental. No se sujeta a normas y eso hace que sea muy libre para contarnos la historia que desea guiándonos por viñetas que a menudo se invaden en el espacio de la página para que, combinándose, nos cuenten a la vez que el guión una historia o una metáfora visual. Así por ejemplo, en la historieta Baúles a Venecia, que abre el volumen, usa un recurso muy interesante mediante el cual una viñeta redonda con un primer plano de la cara de una niña sirve para ser leída dos veces en el transcurso del relato al ubicar los bocadillos de diálogo de una determinada manera y haciendo así un juego mediante el cual una imagen recurrente por repetida nos dibuja un poco más el cómo se produce el momento de ese diálogo, pues además esa cara está dentro de un globo de chicle que hace ella con su boca. Extremidades que se alargan o se acortan a conveniencia, negros y blancos muy fuertemente contrastados que de vez en cuando se salpican de rojo o de azul, apenas ninguna linea recta, incluso en la iglesia que se curva sobre un hombre al que se le viene el mundo encima por la persecución de un fantasma, uso de las perspectivas y los puntos de fuga de una manera muy acusadamente exagerada para resaltar sensaciones que transmitir respecto a los personajes, trenes que marcan la línea de fin de una hilera de viñetas... Todo es fresco y lleno de fuerza. Los guiones además muestran un mundo totalmente inesperado, una locura sensata tras otra, un caos con sentido y sin él. Te llevas tantas sorpresas argumentales tanto con los dibujos, la disposición de la página y los guiones que sólo puedes pensar en lo acertado que es tener este recopilatorio de historietas en tu estantería y a consulta perpetua de ti mismo y de a quien lo quieras ofrecer. Otro punto a favor desde mi punto de vista: es un autor que sigue dibujando con papel, lápiz y tinta.

Aparecen en estas historias claras referencias visuales, y no visuales, a amistades personales de Chechu, al desaparecido Encinas Rock Pub y al siempre recomendable Fogón de Amós, de la calle Rico Home. Todas las historias me han parecido fascinantes. No se escapa ni una. Todas tienen ese punto de experimentación y retorcimiento inteligente que me gusta. Todas tienen algo de poesía, como El hombre del tiempo, y de mala ostia. De humor negro y de humor escatológico, incluso existencial. Predomina el humor negro. Invasión escatológica, ¿De qué se ríe?, La familia o El tipo que estuvo a punto de liarla y al final no, son varios de los relatos que podría citar, pero en realidad me gustaría citar y comentar todo el libro, aunque eso os lo dejo a lectura vuestra.

El pasado 10 de septiembre el consagrado Alan Moore decía que se retiraba de los cómic mientras presentaba su nueva novela gráfica, Jerusalem. Decía él en una entrevista a El País que en este siglo XXI los autores de cómic, los creadores en general, no paraban de repetir estereotipos y formas del pasado siglo XX, que faltaba alguien que se atreviera a innovar, a romper con lo que ya había, a apostar por nuevos guiones, personajes, historias, formas, como hizo él y gente de su generación en los años 1960 y 1970. Pues bien, en el cómic de Chechu encontraremos precisamente eso: ruptura. Un cómic muy digno que merecería abrirle múltiples puertas a su autor.

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